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Política monetaria Peruana desde 1960 hasta 1970

Luego de un período de ajuste (1967-1968), el entrante Gobierno militar mantuvo los lineamientos de política aplicados en el período anterior, tales como un creciente gasto público, la fijación del tipo de cambio y una elevada protección a la producción doméstica.
Adicionalmente, el Estado aumentó su participación en la economía.
El déficit fiscal aumentó de manera sostenida desde 0,5 por ciento en 1969 hasta un nivel máximo de 8,1 por ciento en 1975. En un inicio no se presentaron desequilibrios significativos en la balanza de pagos, debido a la recuperación de los precios internacionales y al acceso a los mercados de capitales externos (hasta 1972, el déficit en cuenta corriente se mantuvo en aproximadamente 1 por ciento del PBI).
Sin embargo, bajo un contexto de recesión mundial y crisis del petróleo en 1974, las presiones de la demanda interna sobre la balanza de pagos se acentuaron, observándose déficit en cuenta corriente de 10,1 y 15,4 por ciento del PBI en 1974 y 1975, respectivamente. Este deterioro determinó en 1975 una pérdida de reservas internacionales de US$ 400 millones, la desaceleración de la actividad productiva y un incremento sostenido en la tasa de inflación hasta alcanzar el 24 por ciento en dicho año.

Durante el período de 1968-1975, se buscó que la participación del Estado en la actividad empresarial pudiera compensar la caída en la actividad privada. Ello llevó al Estado a mantener un continuo crecimiento del gasto público, en particular del gasto de capital orientado a proyectos de inversión. Entre 1968 y 1975, el déficit económico promedio del sector público bordeó el 3 por ciento del PBI, mostrando una tendencia creciente a lo largo del período. Así, luego de que este déficit se redujese a menos de1 1 por ciento en 1969 (como consecuencia del conjunto de medidas fiscales aplicado en 1968), se dio una fase de crecimiento del gasto. Ante la poca disposición de mejorar la recaudación, los crecientes déficit fueron financiados a través de crédito del Banco Central y con creciente endeudamiento externo, el cual entre 1971 y 1975 se incrementó en 300 por ciento. En 1975, por primera vez en diez años, el ahorro en cuenta corriente del sector público fue negativo y el déficit fiscal se elevó a 8 por ciento, ejerciendo fuerte presión negativa en las cuentas externas (el déficit en cuenta corriente de la balanza de pagos fue de 15,4 por ciento del PBI en 1975).

La concepción del Estado como elemento fundamental para incentivar el desarrollo de la industria nacional, llevó a una serie de expropiaciones al capital extranjero y nacional y creó nuevas empresas públicas (Petroperú, Centro min, Enafer, Hierro Perú, entre otras) y extendió sus actividades a nuevos sectores económicos (Pesca Perú, Electro Perú, InduPerú, Epsa, etc.). Estas empresas, afectadas por un manejo ineficiente y por los controles de precios, generaron déficit importantes, que en 1975 fueron equivalentes al 4,4 por ciento del PBI. Asimismo, el Estado desplazó  a la inversión extranjera en la ejecución de grandes proyectos de inversión con largos períodos de maduración y financiados con préstamos externos.
La política monetaria se distinguió por su carácter acomodaticio respecto a la política fiscal y por buscar orientar el financiamiento a actividades económicas específicas. Cabe mencionar que el Banco Central de Reserva desarrolló su política monetaria, durante este período, en un marco institucional que no le aseguraba independencia del Gobierno, porque las decisiones se basaron en las metas de expansión de crédito dictadas por los planes económicos del Gobierno. Esta situación se agravaría al crearse el Consejo de Política Monetaria (mediante Decreto-Ley N° 18240), encargada de planear y conducir la política monetaria, crediticia y cambiaria del país.

En el período 1969-1970, la emisión primaria se expandió a una tasa de 69 por ciento, muy por encima del aumento en el nivel de actividad económica (10 por ciento). En un contexto de tipo de cambio fijo, el crecimiento de la oferta monetaria por encima de la demanda por dinero, se traduciría en una pérdida de reservas y en presiones inflacionarias en los años siguientes.
A partir de este período, la participación del crédito del Banco Central al gobierno fue disminuyendo de 81 por ciento en 1969 a 24 por ciento en 1975, mientras que los sectores que fueron aumentando su participación en las colocaciones del Banco Central fueron la banca de fomento de producción y la banca comercial, pasando de una participación de 12 y 7 por ciento en 1969 a 35 y 25 por ciento en 1975, respectivamente. Asimismo, a partir de 1971 se inicia el financiamiento al Banco de la Nación. Esta modificación en la participación del crédito por sectores señala la creciente importancia que adquirieron las operaciones cuasi fiscales del Banco
Central dentro de la estrategia presupuestal del Estado.

Por su parte, el Banco Central distorsionaba la asignación de crédito, de acuerdo con las prioridades sectoriales y regionales establecidas por el gobierno, fijándose coeficientes de cartera a los bancos comerciales en abril de 1969. De esta manera, se estableció la obligación para los bancos comerciales con oficina principal en Lima de destinar no menos del 60 por ciento de todo aumento en las colocaciones a sectores predeterminados, como la industria, el comercio, la agricultura y ganadería y la pesca.

De otro lado, durante este período se introdujeron múltiples regulaciones al encaje que eliminaron su efectividad como instrumento de política monetaria, mientras que la aceleración de la inflación y el mantenimiento de las tasas máximas de interés determinarían tasas de interés reales negativas.

La política de encajes establecida propiciaría un mayor gasto del gobierno, al proporcionar mayores recursos al fisco. Por ejemplo, se autorizó a los bancos comerciales para constituir fondos de encaje con depósitos en el Banco de la Nación y/o tenencias de Bonos de Inversión Pública.
Algunos hechos significativos en el manejo de encaje durante este período fueron:

a. Una disminución de las tasas de encaje entre 1968 y 1969. En 1968, se redujo el encaje básico de la banca comercial de 28 a 25 por ciento. En 1969, el segundo encaje adicional se redujo de 20 a 10 por ciento, el cual debía depositarse a la vista en el Banco de la Nación. Este banco estaba autorizado a remunerar dichos depósitos hasta por el 4 por ciento de interés anual.

b. Se estableció una nueva estructura de encaje diferenciando por instituciones y por regiones del país, favoreciendo a la banca de fomento y la banca regional con menores tasas. Así, en 1969 la banca regional tuvo un encaje básico de 20 por ciento sobre las obligaciones sujetas a encaje y sólo un adicional de 15 por ciento para el incremento de dichas obligaciones.

c. Las tasas de encaje para la banca comercial a noviembre de 1976 fueron: 20 por ciento de encaje básico y dos encajes adicionales, uno de 20 por ciento para las mayores obligaciones sujetas a encaje captadas a partir del 31 de mayo de 1965 y el otro de 10 por ciento para las mayores obligaciones captadas a partir del 15 de setiembre de 1967.

d. Los fondos de encaje podían ser constituidos a través de un amplio grupo de activos, tales como las existencias en caja de los bancos y los depósitos a la vista en el Banco Central, las aceptaciones del Banco Industrial, los bonos de Inversión Pública, las inversiones a empresas de propiedad social y los depósitos  en el Banco de la Nación y en los bancos de fomento a la producción.
La permanencia de encajes adicionales por casi una década significó un desincentivo para aquellos bancos que mostraban más eficiencia en la captación de depósitos, debido a que no podían disponer de recursos para ser canalizados en actividades rentables. Asimismo, se impuso una mayor penalización para los depósitos de ahorro y de plazo, los cuales representaban para el banco un mayor costo al generar tasas de interés pasivas y estar sujetas a la misma tasa de encaje que los depósitos a la vista.

Dado que la política monetaria aplicada durante estos años se basó en un sistema de racionamiento, que consideraba restricciones cuantitativas al crédito y el otorgamiento de líneas de crédito por parte del Banco Central para al financiamiento de actividades productivas consideradas prioritarias para el Gobierno, las tasas de interés no cumplían ningún papel. Se buscó entonces una reducción progresiva de las tasas de interés para fomentar la inversión del sector privado en aquellas áreas en las que todavía éste no tenía presencia alguna.
La aceleración de la inflación a partir de 1974, puso en evidencia la ineficacia de la fijación de las tasas de interés como medida para promover la inversión.
La existencia de tasas reales negativas lejos de incentivar la inversión del sector privado condujo a  una reducción de los fondos prestables y a menores niveles de intermediación financiera por parte de la banca privada. Es así, que 1974 y 1976 se registraron  tasas pasivas promedio reales negativas de 6,4 y 16,9 por ciento, respectivamente.
En cuanto a la política cambiaria, el Banco Central estableció dos mercados: el mercado de certificados de divisas y el de giros. El mercado de certificados de divisas, que concentró la mayor parte de operaciones, el tipo de cambio se fijó en S/. 38,70 por US$ y el segundo, luego de un breve período de flotación, también se fijó en S/. 43,38 por US$. Si bien la devaluación de 1967 dio un margen importante de subvaluación al sol, este se perdería rápidamente por  la aceleración de la inflación, afectando con ello la competitividad de las exportaciones.
El déficit en cuenta corriente de la balanza de pagos comenzó a aumentar a partir de 1973, debido al crecimiento de las importaciones. En 1975 se alcanzó el déficit más alto en la cuenta corriente (15,4 por ciento del PBI) que, ante la retracción de los mercados internacionales, ocasionó una pérdida de reservas internacionales de US$ 402 millones. En 1974, las reservas internacionales equivalieron a aproximadamente 4,6 meses de importaciones; un año más tarde después de la disminución de las reservas internacionales, pasaron a representar sólo 1,6 meses.

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