El General Juan Velasco Alvarado, desde Palacio de Gobierno, aquel 24 de junio de 1969, anunció al país la dación de la medida de mayor trascendencia que la Revolución Militar adoptó en provecho del sector social más olvidado y pobre, como es el campesinado.
Difícilmente podría caber en la imaginación de las nuevas generaciones, la situación de cuasi esclavitud y las irracionales condiciones que vivían nuestros compatriotas campesinos quechua y aymaras hablantes, antes de 1969.
Igualmente la injusticia y la explotación eran similares en la costa. Los patrones tenían capacidad de vida y muerte sobre los campesinos y sus familias, todo ello en colusión con jueces, policías y militares venales. Cuando Velasco culminó su discurso al presentar la ley de la Reforma Agraria al Perú entero por radio y televisión, con la sentencia “Campesino el patrón ya no comerá más de tu pobreza”, fue la frase mejor comprendida por el sector que había sido objeto de tanto infortunio.
Definitivamente la Ley y el proceso de Reforma Agraria, afectó sustancialmente la estructura de la producción agraria en el Perú. Es sin lugar a dudas la medida de cambio social más importante que realizó el gobierno de Juan Velasco Alvarado. Esta medida permitió una mejor distribución de los ingresos para medio millón familias procedentes del agro, que era el sector donde las condiciones de explotación se mantenían casi sin alteración desde la colonia.
Uno de los principales objetivos de la ley era capacitar adecuadamente a los campesinos no sólo en aspectos productivos sino en la gerencia, organización y en la búsqueda de nuevos mercados. Este aspecto en forma intencional fue olvidado por los que traicionaron el proceso con el cabecilla Morales Bermúdez y luego la sucesión de los gobiernos que se entronizaron respondiendo a otra lógica social, como fueron los social cristianos (AP-PPC), Social Demócratas (APRA), Felipillos y aventureros (Toledo y Fujimori) y diletantes como Humala.
Las otras leyes colaterales que se dieron, como del uso de Aguas y la industrialización de los productos del y para el agro, fueron intencionalmente olvidadas por los gobiernos desde 1975, para que el sector languideciera y desapareciera como grupo social de presión, haciendo ingresar a la tierra en el mercadeo de la oferta y demanda con vectores de injusticia, como era la presencia de capitales transnacionales coludidos con peruanos indignos que hicieron lo imposible por apoderarse de las tierras en una nueva forma de explotación al campesino.
A la fecha, uno de los factores más complejos que persiste, es el minifundio, constituye un freno al desarrollo de casi dos millones de campesinos a lo largo del sector andino, dar solución a este tema es el reto para la nueva generación.
Hoy se aprecia una injusticia inexplicable, el esfuerzo de todo el Perú, para incorporar nuevas tierra ampliando la frontera agrícola con las irrigaciones de Olmos, Majes, El Bajo Piura, Chinecas y otras, se licitan para que sean explotados por capitalistas transnacionales y en algunos casos chilenos, así el esfuerzo nacional sirve para enriquecer a capitalistas del exterior y a nuestro enemigo como es Chile, no contento con apoderarse de Tarapacá y Arica, hoy se expanden bajo la aquiescencia de peruanos indignos, como los llamaba Velasco.
Frente a todo ello urge una nueva Reforma Agraria, el reparto y el mercadeo actual de tierras es irrito desde 1975, por tener un origen fraudulento en un documento que Fujimori llamó Constitución de 1993. Al ser ilegal ese papel escrito todos sus efectos no tiene valor, no sólo para el agro sino para los otros sectores.
La nueva Reforma Agraria deberá entregar al campesino y a las comunidades amazónicas, no sólo el suelo, sino el subsuelo con las riquezas que atesoran, cuando las transnacionales deseen explotar esas entrañas, tendrán que hacer participar al campesino de la riqueza extraída sin intervención de los burócratas de Lima que buscan su canonjìa
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