Se denomina emprendedor o emprendedora a aquella persona que enfrenta con resolución acciones difíciles. En economía, negocios, finanzas, etc, tiene el sentido más específico de ser aquel individuo que esta dispuesto a asumir un riesgo económico. Desde este punto de vista el término se refiere a quien identifica una oportunidad y organiza los recursos necesarios para ponerla en marcha.
Es habitual emplear este término para designar a una «persona que crea una empresa» o que encuentra una oportunidad de negocio, o a alguien quien empieza un proyecto por su propia iniciativa. Se ha sugerido que el “ser emprendedor” es una de las cualidades esenciales de un empresario u hombre de negocios, junto a la de innovación y organización.
Las investigaciones de percepciones describen al emprendedor con términos como innovador, flexible, dinámico, capaz de asumir riesgos, creativo y orientado al crecimiento.[cita requerida] La prensa popular, por otra parte, a menudo define el término como la capacidad de iniciar y operar empresas nuevas.
Etimología y evolución del concepto
El término emprendedor deriva de la voz castellana emprender, que proviene del latín in, en, y prendĕre, coger o tomar, aplicandose originalmente -tanto en España como otros países- a lo que ahora serian llamados aventureros, principalmente militares, sentido que evoluciono posteriormente a tener connotaciones comerciales. La palabra fue definida por primera vez en el Diccionario de autoridades de 1732, todavía con esas connotaciones, como: "La persona que emprende y se determina a hacer y executar con resolución y empeño, alguna operación considerable y ardua. Lat Aggressor. Intentator. Ocamp. Chron. lib. I. cap 24. Del cual asimismo dicen haber sido Señor esforzado y emprendedor de hazañas notables, como su padre."
Ese sentido y evolución está estrechamente relacionado con el vocablo francés entrepreneur, que aparece a principios del siglo XVI. A principios del siglo XVIII los franceses extendieron el significado del término a los constructores de puentes, caminos y los arquitectos.
Así, por ejemplo, L'Encyclopédie define el termino entrepreneur como "se dice por lo general del que se encarga de una obra: se dice un emprendedor de manufacturas, un emprendedor de construcciones, por un manufacturador, un albañil contratista. Ver manufacturador, contratista."
En la frase anterior la traducción es difícil dado que el sentido de las palabras ha cambiado. Pero se ha sugerido que el sentido de la frase francesa -a diferencia de la hispana- se relaciona con la persona que obtiene un contrato con otros y está a cargo de su ejecución, lo que en España se denominaba en aquellos tiempos "maestros de obra" -personajes tales como Carlín o Alonso Rodríguez- o un contratista en su sentido original: quienes recibían contratos reales -en el sistema de la Casa de Contratación de Indias- y, en general, quienes contrataban producir algunos bienes por encargo. El elemento de riesgo no es mayor, dado que tales personajes financiaban sus actividades sobre el hecho de la existencia de un contrato con alguna autoridad y sus ingresos estaban, en general, asegurados.
En en 1755 Richard Cantillon cambia definitivamente ese sentido de la palabra, transformándola a la voluntad o capacidad de enfrentar la incertidumbre. Cantillon postula que el resultado de toda actividad es incierto, implica un riesgo, y alguien tiene que asumirlo con la esperanza de recompensa en el futuro y utiliza el término “entrepreneur” para designar a ese individuo, con lo que su significado pasa a ser tomador de riesgos en lugar de ser alguien que tomaba un salario.
Posteriormente ese sentido de tanto la palabra “entrepreneur” como "emprendedor" se generalizó para identificar tomadores de riesgos económicos.
Un papel importante en esa generalización fue jugado por Jean-Baptiste Say, quien -en 1803- hizo explícito y coherente ese nuevo sentido. El presenta -en su “Traité d'économie politique”, traducido extensivamente y de gran influencia - al “entrepreneur” (traducido al castellano como empresario ) como el que “dirige una empresa, especialmente un contratista, actuando como intermediario entre el capital y el trabajo”.[8] Say nota al mismo tiempo que es raro que tales empresarios sean tan pobres que no poseen por lo menos parte del capital que emplean. Sin embargo, para Say lo importante es que “el empresario esta expuesto a todos los riesgos, pero en cambio se aprovecha de todo lo que puede serle favorable”.
Esa concepción perduro hasta comienzos del siglo XX y se puede resumir como la del propietario que maneja empresas y asume riesgo. Y -se puede alegar- aun perdura como el sentido general de la palabra en países de habla hispana.
Sin embargo esto empieza a cambiar con Joseph Schumpeter, quien sugiere que invenciones e innovaciones son la clave del crecimiento económico y quienes implementan ese cambio de manera practica son los entrepreneurs. Para Schumpeter, el centro del concepto de entrepreneur es la capacidad de transformar innovaciones desde un invento a un producto practico., lo que obviamente implica un alto riesgo económico. En las palabra de Eudald Domènech: “La innovación por la innovación no sirve para nada. Innovar es crear productos que hagan la vida más fácil.”
Así, en la concepción moderna el entrepreneur/emprendedor pasa de ser principalmente un tomador de riesgos económicos en general a un innovador. Por ejemplo, se ha sugerido que Henry Ford llego a ser un entrepreneur no en 1903, cuando comenzó a producir automóviles, sino en 1908-9, cuando comienza a producir el modelo T e introduce la producción en cadena, ambas innovaciones revolucionando tanto la industria como la sociedad en Estados Unidos.
En otras palabras, se sugiere que la diferencia central entre individuos del tipo de, por ejemplo, Bill Gates o Steve Jobs y otros no es que Gates o Jobs sean los únicos dispuestos a o capaces de tomar riesgos, es que esos personajes - motivado no necesariamente en forma principal por la ganancia - son capaces de introducir innovaciones que modifican profundamente alguna área económica o la sociedad entera. Posteriormente aparecerán otros que ya sea copian o adoptan esas innovaciones, esos personajes también asumen un riesgo, pero no son -en esta concepción- verdaderos entrepreneurs, sino mas bien un hombre o mujer de negocios, un comerciante o empresarios.
En las palabras de la empresa consultora "Intelectium Consulting" que identifica -entre los nueve problemas que afectan a los emprendedores españoles- la “Escasez de ideas realmente innovadoras” : ‘A los inversores no les interesan más redes sociales, buscadores de precios, o más tiendas convencionales a través de Internet, aunque haya pequeños buenos negocios detrás de ellos… les interesan proyectos altamente innovadores, fuertemente creativos, que aún no existan, que no tengan competencia ni rival en ningún país del mundo.”
Ese es el sentido central de la concepción schumpeteriana acerca del emprendedor: los entrepreneurs son aquellos capaces de -superando resistencias- incorporar tales innovaciones a los procesos del mundo real: “la gran mayoría de los cambios en las comodidades consumidas han sido forzados por los productores sobre los consumidores, los que, mas a menudo que no, han resistido el cambio y han tenido que ser educados por las elaboradas técnicas psicológicas de la publicidad”.
Esta visión, del emprendedor como creador de cultura especialmente material o desarrollo económico,puede ser concebida como un retorno al espíritu del termino hispano temprano, cuando se aplicaba a quienes crearon los elementos físicos básicos -desde catedrales y palacios a maquinas y sistemas de organización- de la Edad Moderna. Hay quien, en ese espíritu, considera al emprendedor como un héroe cultural.
Contexto actual y desarrollo
Todo lo anterior ha dado origen a dos posiciones o percepciones principales: Primero, una posición que puede ser trazada a Adam Smith y los clásicos en general, para quienes la innovación es una cualidad humana que se manifiesta en la solución de los problemas: dado la existencia de estos, alguien los percibirá y encontrara alguna solución. Algunas de esas posibles soluciones fallaran o no serán adoptadas. Otras adquirirán una gran difusión y éxito económico. Esta posicion esta representada en la actualidad en las posiciones de la llamada escuela austriaca: “El emprendedor está alerta ante las oportunidades que se presentan en el mercado... Allí donde el emprendedor cree ver un desfase de precios entre los recursos y sus usos, se vislumbra y se puede explotar una oportunidad de negocio. En un entorno de incertidumbre, el emprendedor puede equivocarse en sus presunciones. ... Si acierta, la implicación es que ha encontrado un mejor uso para el recurso hasta entonces infravalorado, y el mercado le premia con beneficios que, como bien sabemos, tienen una vida efímera. Si falla, ha malgastado ese recurso, y no le queda más que soportar las pérdidas de su fallida actuación,” (ver Ebeling en enlaces externos)
Otros perciben la innovación efectiva como dependiendo de factores previos: “A nuestro juicio, la innovación es una actitud cultural que se sustenta en el conocimiento del mundo que provee la ciencia, y que posibilita por un lado generar, y por otro sacarle partido, a las herramientas conceptuales y tecnológicas de las que disponemos, identificar problemas, encontrar las soluciones apropiadas y tener la capacidad de transferir estas soluciones a otros contextos y/o a otros problemas. Es decir, podemos crear o modificar distintas soluciones a fin de ponerlas en circulación, pero ellas se sustentan en un saber que ha llegado a su fase creativa como resultado del aprendizaje acumulado y de la maduración alcanzada por ese saber. “
En otras palabras: si consideramos que innovar es adaptar una invención al mercado -”Es el proceso en el cual, a partir de una idea, invención o reconocimiento de una necesidad, se desarrolla un producto, técnica o servicio útil hasta que sea comercialmente aceptado” - es obvio que alguien tiene que haber hecho esa invención previamente. A su ves, en el mundo contemporáneo, esto depende crecientemente de desarrollos en la educación y estudios científicos y técnicos. (ver especialmente los documentos del “Grupo de Innovación y Desarrollo Tecnológico”, Fondecyt y UNESCO en enlaces externos).
Así, por ejemplo, Joel Shulman aduce: “Una investigación de Harvard sostiene que América Latina tendrá dificultades para avanzar porque no está generando un número suficiente de nuevas patentes. En el texto, el autor hace la comparación entre México y Singapur hace 30 años. En ese tiempo, el país latinoamericano superaba a Singapur, pero a partir de entonces ha venido decayendo, mientras que Singapur tomó una posición muy fuerte frente a otros mercados. En definitiva, el argumento es que si un país no desarrolla nuevas patentes, entonces se va a quedar atrás.”
Como ejemplo de innovación naciendo de la aplicación de conocimiento tecnológico, ver Un ‘fracasado’ quiere salvar al mundo (incluye ideas que todavía “buscan” solución).
Sin embargo, y dada la necesidad de generar riqueza y empleos, en el contexto económico actual se empieza en muchos paises a dedicar esfuerzos a las innovaciones organizacionales como instrumento del desarrollo del potencial creativo general. Esto lleva a investigar el papel y evolución de las llamadas pymes en general: por un lado las microempresas o startup y por otro a las empresas asociativas o de autogestión. Esto también tiene una dimensión de búsqueda de independencia económica de las comunidades y desarrollo humano a través de una economía social que trascienda la centralización administrativa y burocratizante que las grandes empresas -tanto estatales como privadas- suelen adolecer. Es decir, esta visión intenta poner la responsabilidad y control del desarrollo en las comunidades mismas, lo que, se espera, produciría soluciones locales, basadas en conocimientos y recursos locales a problemas locales. (ver : Cooperativismo y Democracia económica)
En "La educación de los emprendedores", Arieu menciona que muy probablemente el fuerte énfasis que se esta dando a la difusión y el desarrollo del espíritu emprendedor tenga sus raíces en una multiplicidad de factores entre los cuales es posible mencionar:
El reconocimiento de un destacado rol de las pequeñas empresas en la creación de riqueza y trabajo.
El notable aporte de las nuevas tecnologías a la generación de nuevos productos y empresas, con la consecuente deslocación espacial de una importante parte de la actividad económica.
Una vida laboral caracterizada por ciclos de trabajo asalariado, autoempleo y desocupación.
La orientación de las teorías económicas hacia factores humanos (capital humano) que afectan los procesos de crecimiento y desarrollo económico por ejemplo a partir de procesos de aprendizaje.
[editar] Emprendedores sociales
También se llama emprendedora a la persona que emprende por igual la creación de otros tipos de organización o instituciones no necesariamente comerciales, por ejemplo cívicas, sociales, o políticas. Esto debido a que el acto de emprender en sí no sólo es característico del mundo de los negocios o el comercio, sino que es transversal a la sociedad del siglo XXI.
Un caso "mixto" es el del emprendedor o emprendimiento social que busca generar beneficios económicos a la par de tener un enfoque desarrollado en potenciar el bienestar humano que trascienda lo económico.
Es habitual emplear este término para designar a una «persona que crea una empresa» o que encuentra una oportunidad de negocio, o a alguien quien empieza un proyecto por su propia iniciativa. Se ha sugerido que el “ser emprendedor” es una de las cualidades esenciales de un empresario u hombre de negocios, junto a la de innovación y organización.
Las investigaciones de percepciones describen al emprendedor con términos como innovador, flexible, dinámico, capaz de asumir riesgos, creativo y orientado al crecimiento.[cita requerida] La prensa popular, por otra parte, a menudo define el término como la capacidad de iniciar y operar empresas nuevas.
Etimología y evolución del concepto
El término emprendedor deriva de la voz castellana emprender, que proviene del latín in, en, y prendĕre, coger o tomar, aplicandose originalmente -tanto en España como otros países- a lo que ahora serian llamados aventureros, principalmente militares, sentido que evoluciono posteriormente a tener connotaciones comerciales. La palabra fue definida por primera vez en el Diccionario de autoridades de 1732, todavía con esas connotaciones, como: "La persona que emprende y se determina a hacer y executar con resolución y empeño, alguna operación considerable y ardua. Lat Aggressor. Intentator. Ocamp. Chron. lib. I. cap 24. Del cual asimismo dicen haber sido Señor esforzado y emprendedor de hazañas notables, como su padre."
Ese sentido y evolución está estrechamente relacionado con el vocablo francés entrepreneur, que aparece a principios del siglo XVI. A principios del siglo XVIII los franceses extendieron el significado del término a los constructores de puentes, caminos y los arquitectos.
Así, por ejemplo, L'Encyclopédie define el termino entrepreneur como "se dice por lo general del que se encarga de una obra: se dice un emprendedor de manufacturas, un emprendedor de construcciones, por un manufacturador, un albañil contratista. Ver manufacturador, contratista."
En la frase anterior la traducción es difícil dado que el sentido de las palabras ha cambiado. Pero se ha sugerido que el sentido de la frase francesa -a diferencia de la hispana- se relaciona con la persona que obtiene un contrato con otros y está a cargo de su ejecución, lo que en España se denominaba en aquellos tiempos "maestros de obra" -personajes tales como Carlín o Alonso Rodríguez- o un contratista en su sentido original: quienes recibían contratos reales -en el sistema de la Casa de Contratación de Indias- y, en general, quienes contrataban producir algunos bienes por encargo. El elemento de riesgo no es mayor, dado que tales personajes financiaban sus actividades sobre el hecho de la existencia de un contrato con alguna autoridad y sus ingresos estaban, en general, asegurados.
En en 1755 Richard Cantillon cambia definitivamente ese sentido de la palabra, transformándola a la voluntad o capacidad de enfrentar la incertidumbre. Cantillon postula que el resultado de toda actividad es incierto, implica un riesgo, y alguien tiene que asumirlo con la esperanza de recompensa en el futuro y utiliza el término “entrepreneur” para designar a ese individuo, con lo que su significado pasa a ser tomador de riesgos en lugar de ser alguien que tomaba un salario.
Posteriormente ese sentido de tanto la palabra “entrepreneur” como "emprendedor" se generalizó para identificar tomadores de riesgos económicos.
Un papel importante en esa generalización fue jugado por Jean-Baptiste Say, quien -en 1803- hizo explícito y coherente ese nuevo sentido. El presenta -en su “Traité d'économie politique”, traducido extensivamente y de gran influencia - al “entrepreneur” (traducido al castellano como empresario ) como el que “dirige una empresa, especialmente un contratista, actuando como intermediario entre el capital y el trabajo”.[8] Say nota al mismo tiempo que es raro que tales empresarios sean tan pobres que no poseen por lo menos parte del capital que emplean. Sin embargo, para Say lo importante es que “el empresario esta expuesto a todos los riesgos, pero en cambio se aprovecha de todo lo que puede serle favorable”.
Esa concepción perduro hasta comienzos del siglo XX y se puede resumir como la del propietario que maneja empresas y asume riesgo. Y -se puede alegar- aun perdura como el sentido general de la palabra en países de habla hispana.
Sin embargo esto empieza a cambiar con Joseph Schumpeter, quien sugiere que invenciones e innovaciones son la clave del crecimiento económico y quienes implementan ese cambio de manera practica son los entrepreneurs. Para Schumpeter, el centro del concepto de entrepreneur es la capacidad de transformar innovaciones desde un invento a un producto practico., lo que obviamente implica un alto riesgo económico. En las palabra de Eudald Domènech: “La innovación por la innovación no sirve para nada. Innovar es crear productos que hagan la vida más fácil.”
Así, en la concepción moderna el entrepreneur/emprendedor pasa de ser principalmente un tomador de riesgos económicos en general a un innovador. Por ejemplo, se ha sugerido que Henry Ford llego a ser un entrepreneur no en 1903, cuando comenzó a producir automóviles, sino en 1908-9, cuando comienza a producir el modelo T e introduce la producción en cadena, ambas innovaciones revolucionando tanto la industria como la sociedad en Estados Unidos.
En otras palabras, se sugiere que la diferencia central entre individuos del tipo de, por ejemplo, Bill Gates o Steve Jobs y otros no es que Gates o Jobs sean los únicos dispuestos a o capaces de tomar riesgos, es que esos personajes - motivado no necesariamente en forma principal por la ganancia - son capaces de introducir innovaciones que modifican profundamente alguna área económica o la sociedad entera. Posteriormente aparecerán otros que ya sea copian o adoptan esas innovaciones, esos personajes también asumen un riesgo, pero no son -en esta concepción- verdaderos entrepreneurs, sino mas bien un hombre o mujer de negocios, un comerciante o empresarios.
En las palabras de la empresa consultora "Intelectium Consulting" que identifica -entre los nueve problemas que afectan a los emprendedores españoles- la “Escasez de ideas realmente innovadoras” : ‘A los inversores no les interesan más redes sociales, buscadores de precios, o más tiendas convencionales a través de Internet, aunque haya pequeños buenos negocios detrás de ellos… les interesan proyectos altamente innovadores, fuertemente creativos, que aún no existan, que no tengan competencia ni rival en ningún país del mundo.”
Ese es el sentido central de la concepción schumpeteriana acerca del emprendedor: los entrepreneurs son aquellos capaces de -superando resistencias- incorporar tales innovaciones a los procesos del mundo real: “la gran mayoría de los cambios en las comodidades consumidas han sido forzados por los productores sobre los consumidores, los que, mas a menudo que no, han resistido el cambio y han tenido que ser educados por las elaboradas técnicas psicológicas de la publicidad”.
Esta visión, del emprendedor como creador de cultura especialmente material o desarrollo económico,puede ser concebida como un retorno al espíritu del termino hispano temprano, cuando se aplicaba a quienes crearon los elementos físicos básicos -desde catedrales y palacios a maquinas y sistemas de organización- de la Edad Moderna. Hay quien, en ese espíritu, considera al emprendedor como un héroe cultural.
Contexto actual y desarrollo
Todo lo anterior ha dado origen a dos posiciones o percepciones principales: Primero, una posición que puede ser trazada a Adam Smith y los clásicos en general, para quienes la innovación es una cualidad humana que se manifiesta en la solución de los problemas: dado la existencia de estos, alguien los percibirá y encontrara alguna solución. Algunas de esas posibles soluciones fallaran o no serán adoptadas. Otras adquirirán una gran difusión y éxito económico. Esta posicion esta representada en la actualidad en las posiciones de la llamada escuela austriaca: “El emprendedor está alerta ante las oportunidades que se presentan en el mercado... Allí donde el emprendedor cree ver un desfase de precios entre los recursos y sus usos, se vislumbra y se puede explotar una oportunidad de negocio. En un entorno de incertidumbre, el emprendedor puede equivocarse en sus presunciones. ... Si acierta, la implicación es que ha encontrado un mejor uso para el recurso hasta entonces infravalorado, y el mercado le premia con beneficios que, como bien sabemos, tienen una vida efímera. Si falla, ha malgastado ese recurso, y no le queda más que soportar las pérdidas de su fallida actuación,” (ver Ebeling en enlaces externos)
Otros perciben la innovación efectiva como dependiendo de factores previos: “A nuestro juicio, la innovación es una actitud cultural que se sustenta en el conocimiento del mundo que provee la ciencia, y que posibilita por un lado generar, y por otro sacarle partido, a las herramientas conceptuales y tecnológicas de las que disponemos, identificar problemas, encontrar las soluciones apropiadas y tener la capacidad de transferir estas soluciones a otros contextos y/o a otros problemas. Es decir, podemos crear o modificar distintas soluciones a fin de ponerlas en circulación, pero ellas se sustentan en un saber que ha llegado a su fase creativa como resultado del aprendizaje acumulado y de la maduración alcanzada por ese saber. “
En otras palabras: si consideramos que innovar es adaptar una invención al mercado -”Es el proceso en el cual, a partir de una idea, invención o reconocimiento de una necesidad, se desarrolla un producto, técnica o servicio útil hasta que sea comercialmente aceptado” - es obvio que alguien tiene que haber hecho esa invención previamente. A su ves, en el mundo contemporáneo, esto depende crecientemente de desarrollos en la educación y estudios científicos y técnicos. (ver especialmente los documentos del “Grupo de Innovación y Desarrollo Tecnológico”, Fondecyt y UNESCO en enlaces externos).
Así, por ejemplo, Joel Shulman aduce: “Una investigación de Harvard sostiene que América Latina tendrá dificultades para avanzar porque no está generando un número suficiente de nuevas patentes. En el texto, el autor hace la comparación entre México y Singapur hace 30 años. En ese tiempo, el país latinoamericano superaba a Singapur, pero a partir de entonces ha venido decayendo, mientras que Singapur tomó una posición muy fuerte frente a otros mercados. En definitiva, el argumento es que si un país no desarrolla nuevas patentes, entonces se va a quedar atrás.”
Como ejemplo de innovación naciendo de la aplicación de conocimiento tecnológico, ver Un ‘fracasado’ quiere salvar al mundo (incluye ideas que todavía “buscan” solución).
Sin embargo, y dada la necesidad de generar riqueza y empleos, en el contexto económico actual se empieza en muchos paises a dedicar esfuerzos a las innovaciones organizacionales como instrumento del desarrollo del potencial creativo general. Esto lleva a investigar el papel y evolución de las llamadas pymes en general: por un lado las microempresas o startup y por otro a las empresas asociativas o de autogestión. Esto también tiene una dimensión de búsqueda de independencia económica de las comunidades y desarrollo humano a través de una economía social que trascienda la centralización administrativa y burocratizante que las grandes empresas -tanto estatales como privadas- suelen adolecer. Es decir, esta visión intenta poner la responsabilidad y control del desarrollo en las comunidades mismas, lo que, se espera, produciría soluciones locales, basadas en conocimientos y recursos locales a problemas locales. (ver : Cooperativismo y Democracia económica)
En "La educación de los emprendedores", Arieu menciona que muy probablemente el fuerte énfasis que se esta dando a la difusión y el desarrollo del espíritu emprendedor tenga sus raíces en una multiplicidad de factores entre los cuales es posible mencionar:
El reconocimiento de un destacado rol de las pequeñas empresas en la creación de riqueza y trabajo.
El notable aporte de las nuevas tecnologías a la generación de nuevos productos y empresas, con la consecuente deslocación espacial de una importante parte de la actividad económica.
Una vida laboral caracterizada por ciclos de trabajo asalariado, autoempleo y desocupación.
La orientación de las teorías económicas hacia factores humanos (capital humano) que afectan los procesos de crecimiento y desarrollo económico por ejemplo a partir de procesos de aprendizaje.
[editar] Emprendedores sociales
También se llama emprendedora a la persona que emprende por igual la creación de otros tipos de organización o instituciones no necesariamente comerciales, por ejemplo cívicas, sociales, o políticas. Esto debido a que el acto de emprender en sí no sólo es característico del mundo de los negocios o el comercio, sino que es transversal a la sociedad del siglo XXI.
Un caso "mixto" es el del emprendedor o emprendimiento social que busca generar beneficios económicos a la par de tener un enfoque desarrollado en potenciar el bienestar humano que trascienda lo económico.
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