María archiva unos papeles, envía los correos que su jefa necesita y escribe tres cartas casi en simultáneo. No hay tiempo para descansar, ella trabaja más de ocho horas al día, y a veces un poco más, como secretaria en una universidad pública de la capital. Pero a diferencia de sus compañeras, no puedo celebrar con el mismo ánimo el Día Internacional del Trabajo. Desde hace más de diez años, María vive lo que parece una broma de mal gusto. Ella trabaja igual que cualquiera de sus compañeras, pero no goza de gratificación, ni recibe CTS y mucho menos el pago de horas extra. Y como si eso no fuera suficiente, puede ser despedida sin ninguna explicación. Esta madre de familia de 38 años es una de las tantas víctimas del famoso régimen de Contratación Administrativa de Servicios (CAS) o el nuevo régimen de esclavitud permanente, como con cierta sorna lo llama María. El régimen de la esclavitud “En la universidad gano S/. 800 mensuales y no gozo de ningún derecho económico. En los más de 1