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Metodología de la ciencia económica

Necesariamente en supuestos que simplifiquen a tal grado la realidad, como para llegar a ser considerados "irreales", aún sigue siendo fundamental para la formulación de teorías que permitan a la economía ser considerada como ciencia.
Hipotéticamente, creo que es impensable concebir el análisis económico sin una metodología científica, aun cuando ésta se base en supuestos que no representen fielmente la realidad, porque al ser la realidad tan inmensamente compleja, es imposible analizar todos los factores y detalles que en ella existen.
Para desarrollar mi trabajo lo he dividido en tres capítulos:
− En el primero "¿Es la Economía una Ciencia?", daré a conocer, qué es la economía, cuales son las distinciones fundamentales entre la economía positiva y la normativa, y el por qué la economía debe ser considerada como una ciencia.
− En el segundo "La Meta Última de la Economía", explicaré que es una metodología, que es una teoría, el rol que cumplen los supuestos en la formulación de dichas teorías, y el por qué si los supuestos en que se basa la metodología económica son irreales, dicha característica no tiene relevancia para afirmar que la economía es una ciencia.
− Y finalmente, en el tercer capítulo "Micromundos", desarrollaré el tema de esta "nueva" técnica analítica, que le permite a los economistas, modelar la realidad, mediante el uso de computadoras, de una manera más fidedigna

¿Es la Economía una Ciencia?
Para el desarrollo de este trabajo, es necesario iniciarlo dando una definición de lo que es la economía, las distinciones entre economía positiva y normativa, para luego dar a conocer el por qué, y en que sentido ésta debe ser considerada una ciencia.

La Economía Positiva es, en principio, independiente de cualquier posición ética o juicio normativo. Se refiere a "lo que es", no a lo "que debería ser". Su tarea reside en suministrar un sistema de generalizaciones que pueda utilizarse para hacer predicciones correctas acerca de las consecuencias de cualquier cambio en las circunstancias. Su funcionamiento ha de ser juzgado por la precisión, alcance y conformidad de las predicciones que suministra con la experiencia. En resumen, la Economía Positiva es, o puede ser, una ciencia "objetiva" en el mismo sentido, precisamente, que cualquiera de las ciencias físicas. Naturalmente, el hecho de que la economía
trate de las interrelaciones de los seres humanos y que el investigador mismo forme parte de la materia que se está investigando, en un sentido más íntimo que en las ciencias físicas, da origen a dificultades especiales en la tarea de alcanzar la objetividad, al mismo tiempo que dota al científico social con una clase de datos no disponibles para el estudioso de las ciencias físicas. Pero ni lo uno ni lo otro constituye, en mi opinión, una distinción fundamental entre los dos grupos de ciencias.

La Economía Normativa y el arte de la economía no pueden ser independientes de la Economía Positiva. Cualquier conclusión política se basa necesariamente en una predicción acerca de las consecuencias de hacer una cosa en lugar de otra, predicción que debe estar basada —implícita o
explícitamente— en la Economía Positiva.

Harald Beyer
Las diferencias acerca de la política económica que se producen entre ciudadanos desinteresados derivan, sobre todo, de las diferentes predicciones acerca de las consecuencias económicas de la actuación —diferencias que, en principio, pueden ser eliminadas mediante el progreso de la Economía Positiva— más que de diferencias fundamentales en los valores básicos.
Un consenso sobre la política económica "correcta" depende, en gran parte, no tanto del progreso de la Economía Normativa como de un progreso de la Economía Positiva que suministre conclusiones que sean, o merezcan ser, ampliamente aceptadas. Significa también que una razón primordial para distinguir claramente la Economía Positiva de la Economía Normativa reside precisamente en la contribución que, de este modo, puede hacerse al logro de un acuerdo acerca de la política económica.
El objetivo último de una ciencia positiva es el desarrollo de una "teoría" o "hipótesis" que ofrezca predicciones válidas y con sentido (es decir, que no tengan un carácter tautológico) acerca de fenómenos todavía no observados. En general, semejante teoría es una mezcla compleja de dos
elementos. Es, en parte, un "lenguaje" ideado para promover "métodos de razonar sistemáticos y organizados" y, en parte, un cuerpo de hipótesis sustantivas diseñadas para abstraer los rasgos esenciales de una realidad compleja.
Considerada como un lenguaje, la teoría carece de contenido sustantivo. Su función es servir como un archivo para el material empírico organizado y facilitar nuestro conocimiento del mismo y los criterios por los cuales ha de ser juzgado apropiado para un archivo.
Los cánones de la lógica formal sólo pueden mostrar si un lenguaje determinado es completo y consistente, esto es, si las proposiciones de dicho lenguaje son "correctas" o "erróneas". Solamente la evidencia empírica puede demostrar si las categorías del "archivo analítico" tienen un equivalente empírico significativo, es decir, si son útiles para analizar una
determinada clase de problemas concretos.
Considerada como un cuerpo de hipótesis sustantivas, la teoría ha de juzgarse por su poder de predicción respecto de la clase de fenómenos que intenta "explicar". Sólo la evidencia empírica puede mostrar si es "aceptada como válida" o "rechazada". La única prueba importante de la validez de una hipótesis es la comparación de sus predicciones con la experencia. La
hipótesis se rechaza si sus predicciones se ven contradichas ("frecuentemente" o más a menudo que las predicciones de una hipótesis alternativa); se acepta si no lo son, y se le concede una gran confianza si sus predicciones han sobrevivido numerosas oportunidades de contradicción. La evidencia empírica no puede "probar" una hipótesis; únicamente puede dejar de desaprobarla,
que es lo que generalmente queremos decir, de forma un tanto inexacta, cuando afirmamos que la hipótesis ha sido "confirmada" por la experiencia.
La validez de una hipótesis, en este sentido, no es por sí misma un criterio suficiente para elegir entre hipótesis alternativas. Los hechos observados son necesariamente finitos en su número; las hipótesis posibles, infinitas.
Si existe una hipótesis compatible con la evidencia disponible, hay siempre un número infinito que también lo es.
La elección entre hipótesis alternativas igualmente compatibles con la evidencia disponible debe ser, hasta cierto punto, arbitraria, aunque suele concederse que los criterios de "sencillez" y "fecundidad", que son en sí mismos nociones que desafían por completo toda especificación objetiva, sugieren consideraciones importantes. Una teoría es "más sencilla" cuanto menor es el conocimiento inicial necesario para hacer una predicción dentro de un campo determinado de fenómenos; es más "fecunda" cuanto más precisas son las predicciones que resultan, mayor el área dentro de la cual la teoría ofrece predicciones y cuanto más líneas suplementarias para una
posterior investigación sugiere.
La evidencia recogida por la experiencia es abundante, y frecuentemente tan conclusiva como la arrojada por los experimentos artificiales; de esta forma, la incapacidad para realizar experimentos no es un obstáculo fundamental para verificar hipótesis por medio del éxito de sus predicciones.
Pero esa evidencia es mucho más difícil de interpretar. Frecuentemente es compleja y es siempre indirecta e incompleta. La tarea de recogerla es, a menudo, más ardua, y su interpretación exige generalmente un análisis más sutil y supone cadenas de razonamientos que rara vez llevan consigo un convencimiento real.
La evidencia empírica es vital en dos aspectos diferentes, aunque estrechamente relacionados: en la construcción de hipótesis y en la verificación de su validez. La evidencia total y comprehensiva de los fenómenos que han de generalizarse o "explicarse" a través de hipótesis, además del valor obvio de sugerir nuevas hipótesis, es necesaria para asegurar que una hipótesis explica lo que intenta explicar, que sus implicaciones respecto de esos fenómenos no se ven contradichas de antemano por la experiencia que ha sido ya observada. Si la hipótesis es coherente con la evidencia disponible, su posterior verificación supone el deducir de ella nuevos hechos capaces de ser observados, pero previamente desconocidos, y verificar estos hechos deducidos frente a la evidencia empírica adicional. Para que esta verificación sea apropiada, los hechos deducidos deben referirse a la clase de fenómenos que la hipótesis intenta explicar, y deben estar lo suficientemente bien definidos como para que la observación pueda demostrar que están equivocados.
La dificultad para las ciencias sociales de recoger nuevos datos y de juzgar su conformidad con las implicaciones de la hipótesis hace tentador suponer que otros aspectos, más fácilmente alcanzables, son igualmente importantes para verificar la validez de la hipótesis —esto es, suponer que la hipótesis no sólo tiene "implicaciones" sino que también "supuestos", y que la conformidad de estos "supuestos" con la realidad es una prueba diferente, o suplementaria de la prueba por implicación, de la validez de la hipótesis—. Esta opinión, tan generalmente mantenida, es esencialmente errónea y produce mucho daño. Lejos de suministrar medios más sencillos para separar las hipótesis validadas de la no-válidas, solamente confunde la cuestión, promueve concepciones erróneas acerca del significado de la evidencia empírica para la teoría económica, conduce por un camino equivocado a un vasto esfuerzo intelectual dedicado al desarrollo de la Economía Positiva e impide el logro de un consenso sobre hipótesis experimentales en la Economía Positiva.


La relación entre el significado de una teoría y el "realismo" de sus "supuestos" es casi la opuesta a la sugerida por la opinión que estamos criticando. Se comprobará que hipótesis verdaderamente importantes y significativas tienen "supuestos" que son representaciones de la realidad claramente inadecuadas y, en general, cuanto más significativa sea la teoría, menos realistas serán los supuestos. Una hipótesis es importante si "explica" mucho a través de poco, esto es, si abstrae los elementos comunes y cruciales de !a masa de circunstancias complejas y detalladas que rodean al fenómeno que ha de explicarse y permite predicciones válidas sobre ellas. Para ser importante, por consiguiente, una hipótesis debe ser descriptivamente falsa en sus supuestos; no toma ni da cuenta de ninguna de las otras muchas circunstancias concomitantes, ya que su verdadero éxito demuestra que son irrelevantes para los fenómenos que deben explicarse. El problema importante sobre el que hay que interrogarse acerca de los "supuestos" de una teoría no es si son "realistamente" descriptivos, puestos que nunca lo son, sino que si son aproximaciones suficientemente buenas para el propósito que se tiene entre manos. Y esta pregunta puede responderse únicamente observando si la teoría es eficaz, lo cual significa suministrar predicciones suficientemente ajustadas. Una teoría no puede verificarse por el "realismo" de sus "supuestos".
Una teoría o sus "supuestos", posiblemente, no pueden ser totalmente "realistas" en el sentido inmediatamente descriptivo que tan a menudo se asigna a este término. Cualquier intento de ir más lejos en la consecución de esta especie de "realismo" acabará por hacer que una teoría sea enteramente inútil. Si una clase de "fenómenos económicos" aparece como variada y compleja, debemos suponer que ello obedece a nuestra carencia de una teoría adecuada para explicarlos. (Essays in Positive Economics, Cap. 1.)

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