Naturaleza del estado
Naturaleza del estado es un concepto filosófico que habla sobre una suerte de forma original de las cualidades del ser humano, y así mismo afirma que éste está regido por una ley llamada Ley Natural que tiene por norma a la fuerza y el deseo de cada una de las personas. La posibilidad de conflicto está siempre presente. No existen contratos sociales ni límites legales que regulen las relaciones entre los seres humanos.
El estado de naturaleza es un estado pre-político donde los seres humanos no se podían quedar. Era necesario avanzar hacia la satisfacción de la necesidad de un contrato social, y así avanzar hacia un Estado Político social, donde éste prevaleciera.
Sobre este concepto hay muchas posturas y versiones que se han dado en la historia del pensamiento desde los mismos griegos hasta la actualidad. Para poseer mayor concepción de este concepto se deben seguir autores como Aristóteles, Hobbes, Locke, Montesquieu y Rousseau (entre otros).
El escritor Nicolas Maquiavelo (1469-1527) expresó en su libro El Principe que el hombre es perverso y egoísta por naturaleza. Solo se preocupa por su seguridad y por aumentar su poder sobre los demás.
El filósofo inglés Thomas Hobbes (1588-1679) sostiene que el ser humano es egoísta y malo por naturaleza. Explica la necesidad de pasar del estado de naturaleza al Estado de sociedad. Es indispensable vivir en colectividad, pues sin esta los individuos se destruirían a si mismos.
Suelen clasificarse las teorías en tres grupos fundamentales:
Sociológicas: concentran el enfoque en los fenómenos tal como se presentan a nuestros sentidos. En este aspecto podemos decir que son las teorías más toscas intelectualmente, pero más comprensibles y que, de hacerse una encuesta, gozarían de mayor popularidad. Su empirismo se basa en dos hechos incontrastables:
- La existencia de un poder de dominación fácilmente detectable a través de la expresión simbólica de la autoridad (fortalezas, uniformes, edificios gubernamentales, etc.). Nadie dudaría en señalar a estos hechos como expresión del «Estado-Poder». Sobremanera en los tiempos actuales donde, como vimos, el agigantamiento del Estado-Poder ha sido importante. Esta dominación ha sido juzgada de diversa manera, tal como veremos cuando estudiemos la justificación del Estado, que es un tema estrechamente vinculado con éste.
- La convivencia de hombres es otro dato verificable. Si estos hombres forman un agregado de individuos o una especie de entidad supraindividual, da lugar a intensos debates entre sociólogos y filósofos. Si a ello se le debe llamar «Sociedad» o «Comunidad» también origina medulosos análisis en una teoría social, más cuando ello se liga estrechamente con el concepto de Nación, que es un tipo determinado de sociedad, aparecido en la modernidad y de la cual nos ocuparemos en su lugar.
La conclusión a la que llegamos, pues, es que desde el punto vista sociológico el Estado implica dos elementos: los hombres y el poder. Existiendo los que acentúan uno u otro elemento según sus preferencias doctrinarias.
Jurídicas: implican un análisis intelectualmente más refinado pues, sin perjuicio de admitir los elementos sociales anteriores, indagan sobre el sistema de relaciones entre los hombres y de éstos con el poder, comprobándose que la vinculación se produce como consecuencia de la existencia de ciertas reglas o pautas de conductas que se denominan normas. La exageración de esta postura es la de suponer que las normas lo son todo y terminar identificando al Estado con el Derecho, como hace Kelsen. No obstante su unilateralismo, las teorías jurídicas implican la posibilidad de librar al Estado de la semejanza con un ente físico tal como lo postulaba Schdmidt, y analizarlo a la luz de conceptos culturales en los cuales el margen de libertad es cualitativamente diferente. Tiene, eso sí, un riesgo: si identificamos el Estado con el Derecho estatal, echamos la base de cualquier despotismo.
Políticas: las que más escapan al análisis objetivo, son aquéllas que están basadas en valores fundados en doctrinas diversas. Así, por ejemplo, identificar al Estado con la soberanía, es dar por presupuesto que nos estamos refiriendo al poder y que éste es supremo con relación a los demás entes políticos; o calificar al Estado de empresa, es presuponer que los que la dirigen la llevan a objetivos referidos a valoraciones previas. Es decir, no descartables, pero con la advertencia de que la idea de soberanía, de empresa y similares pueden justificar no sólo el dominio del Estado-Poder, sino su exacerbación en aras de destinos soberanos, con peligro o en detrimento de los derechos de las personas.
La economía pública
La Economía Pública como aquella rama de la ciencia económica que se encarga de estudiar la intervención del Estado (o sector público) en la Economía de un país.
El Sector Público precisa obtener una serie de ingresos para poder llevar a cabo sus políticas de gasto (financiación de servicios públicos, transferencias, etc.). La forma de obtención de estos ingresos puede ser la misma que la utilizada por cualquier particular (vendiendo bienes y/o servicios, obteniendo rendimientos de inversiones en capital, venta de activos, etc.) o haciendo uso de su poder especial de coacción, exigiendo en este último caso, a los individuos o empresas, el pago de tributos (tasas, contribuciones especiales e impuestos). Dentro de los tributos, los impuestos son los ingresos públicos con mayor peso recaudatorio, de ahí que una rama de la discplina de la Hacienda Pública dedique una atención especial a la teoría de la imposición estudiando los sistemas fiscales.
Se pueden dar tres enfoques que justifiquen la presencia del Estado en la Economía:
- Enfoque filosófico-socioeconómico
- Enfoque de las ventajas comparativas del Estado
- Enfoque de los fallos del mercado.
El Enfoque de la filosofía socio-económico
Es un movimiento que se extiende principalmente a finales del S. XX con autores que reflexionan sobre lo justo y lo injusto, la medida del Estado, el origen del Estado, su papel como agentes económicos, etc. Nace de la necesidad de explicar el fundamento del Estado y su participación en la economía. Nos encontramos con 4 autores principales:
Robert Nozick: “Anarchy, State and Utopia”. Sigue una postura filosófica libertaria (libertarismo de derechas). La propiedad es un Derecho Natural y el Estado tiene la única función de proteger a los individuos frente a la fuerza, robo, fraude o incumplimiento contractual que recae sobre esa propiedad. Concibe un Estado mínimo.
John Rawls: “Justice as fairness”. Parte del razonamiento que cada Estado necesita de una votación unánime de sus ciudadanos para darse una Constitución que fije la participación del Estado en la vida de sus ciudadanos. Así concibe una justicia como imparcialidad donde el pueblo en condiciones objetivas fija la participación y tamaño del Estado. Cuando votas imparcialmente, te abstraes. Es un voto racional y puro que busca maximizar la posición del más desfavorecido. Sostiene un Estado como necesario y con una participación activa.
Amartya Sen: “The Idea of Justice, Equality of What?” Defiende que hay unas capacidades humanas básicas (salud, educación, nutrición, seguridad…) que generan la posibilidad de una vida libre y lo que hay que hacer es estudiar esas capacidades humanas y fortificarlas mediante el Estado. Defiende una participación activa del Estado pero en las cuestiones básicas.
Philip Pettit: “Republicanism”. Concibe el Estado como un garante de cualquier individuo sin límites. El Estado tiene que tratar de evitar las restricciones que pueda tener cualquier individuo. De manera que no haya posibilidad de que un individuo sea dominado. El mejor ejemplo para explicar la doctrina de Petit sería la Ley de Dependencia donde el Estado trata de evitar que nada interfiera en mi libertad quitando las barreras oportunas. Concibe un Estado con mucha participación en la vida de sus ciudadanos.
Uno de los principales debates en la actualidad es el recorte presupuestario de las Administraciones Publicas, o los llamados recortes sociales. En lenguaje paladino, ¿cuál es el problema actual?
Enfoque de las ventajas comparativas del Estado.
Uno de los principales impulsores del Enfoque de las ventajas comparativas del Estado es Joseph Stiglitz. Este enfoque permite justificar la intervención del Estado en la Economía a través de sus características intrínsecas. En definitiva viene a subrayar que el Estado tiene una serie de facultades, circunstancias o características que ningún otro agente económico o el mercado puede detentar.
Las dos 2 principales características que diferencian al Estado frente a otros agentes económicos y el mercados son:
La fuerza coercitiva del Estado derivada del Principio Soberano.
La anexión de todos sus miembros al Estado mediante la circunscripción política.
A partir de estas características el Estado tiene unas posibilidades de asignar recursos que no tiene el mercado en determinadas cuestiones. En ese sentido, se producen situaciones que sólo pueden ser solucionadas por el Estado, porque el propio mercado no puede operar como medio eficiente de asignación de recursos ya sea por desconocimiento, falta de acceso o falta capacidad.
Esta puede ser la secuencia lógica del problema sanitario analizado con este enfoque de las ventajas comparativas:
El Estado; y NO el mercado, tiene la facultad de llegar a todos sus ciudadanos.
Al Estado le interesa proteger la salud. Al mercado no necesariamente le interesa.
El mercado (a través de un seguro sanitario privado) no puede garantizar que todos los ciudadanos protejan su salud. El Estado no puede obligar a que un ciudadano participe en el mercado (y se haga un seguro sanitario privado).
Por ello, el Estado crea un Sistema Público de Salud que garantiza la salud de los ciudadanos. Esto es, el Estado provee a sus ciudadanos con un seguro sanitario obligatorio.
El enfoque de los fallos del mercado para explicar la intervención económica del Estado sigue la lógica siguiente:
El mercado en competencia perfecta es el que mejor y más eficientemente asigna los recursos.
Pero la realidad es bien distinta y el mercado no es perfecto. Esto es, las asunciones ceteris paribus de la Teoría Económica rara vez se cumplen.
Por ende, el mercado tiene fallos y/o desequilibrios importantes que no es capaz de solucionar por sí mismo.
El Estado como concentración de la soberanía nacional es poderoso.
Existen ganancias potenciales de eficiencia que la actuación pública puede lograr para la sociedad.
En definitiva, la Economía Pública se justifica desde el punto de vista que el Estado es un remedio potencial para los fallos del Mercado.
¿Qué significa que el mercado tiene fallos?
El mercado en determinadas circunstancias o con respecto a determinadas cuestiones no es el más eficiente a la hora de asignar los recursos, es decir, deja de ser competitivo. En ese sentido, los fallos del mercado se suceden cuando desaparece alguna de las condiciones que hacen que un mercado sea competitivo.
Las condiciones básicas del mercado competitivo son:
- Mercados basados en la maximización del beneficio.
- Mercados de bienes privados y apropiables.
- Todas las interacciones entre los agentes se vean reflejadas en los precios. Por tanto, ausencia de externalidades o corrección de las mismas a través del precio.
La información tiene que ser perfecta, no costosa e igual para todos. De hecho, la mayoría de los fallos del mercado se deben a la ausencia o distorsión de este factor.
Se puede determinar que la condición necesaria y suficiente para que no existan fallos en un mercado es que en ese mercado exista competencia perfecta.
En definitiva, ante la presencia de un mercado perfectamente competitivo para toda clase de bienes en principio no seria necesaria la intervención pública. Pero la realidad económica no es esa: existen bienes públicos, situaciones de información asimétrica, se producen externalidades, etc. En estas situaciones se hace necesaria la intervención del Estado como remedio potencial a los fallos del mercado. El Estado tratará de solucionar los fallos del mercado, aunque no siempre conseguirá llegar a la solución de tales problemas, sino definirá formas de redistribuir y compartir el riesgo.
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