En el 2014, la deuda externa peruana del sector privado alcanzó el máximo histórico de 16.5% del PBI, mientras que la del sector público llegó al mínimo de 11.8%. Esto contrasta radicalmente con la difícil situación en que se vivía en el 2003, en la que el sector público tenía una deuda externa de 38% y el privado sólo de 8% del PBI, lo que llevó a que los bonos peruanos sean categorizados como de alto riesgo (high yield). Endeudarse en otras monedas no es malo per se, pero tiene que ser el resultado de una estrategia que minimice el costo financiero sujeto al riesgo que el país (o la empresa) puede soportar.
¿Cuál fue la estrategia seguida por el sector público para reducir el riesgo de su deuda entre el 2003 y el 2014?
El sector público aprendió la lección de las crisis financieras de los ochenta y noventa: un país pequeño y abierto al mundo debe evitar endeudarse en un horizonte de corto plazo y con alto porcentaje en moneda extranjera. Por ello en el 2003 se decidió plantear como visión de largo plazo corregir su alta vulnerabilidad financiera, producto de la abultada deuda externa. Se diseñó y ejecutó una estrategia que tenía por objetivo desarrollar el mercado de deuda pública en soles (bonos soberanos). A partir de esto, el Estado tendría la capacidad de implementar operaciones de reperfilamiento tendientes a reducir el costo, y los riesgos de moneda y tasas de interés que la deuda externa impregnaba en el total del endeudamiento del Estado. Entre estas operaciones tenemos los canjes de bonos, la sustitución de deuda interna en lugar de externa, prepagos de deudas, renegociaciones con organismos internacionales, operaciones de cobertura de riesgos, entre otras. Además, esta estrategia se plasmó en un documento público, en el cual también se planificaba el aumento por etapas del plazo/duración de los bonos emitidos de tal forma que se reduzca el riesgo de refinanciamiento. Generar un mercado de deuda pública en soles con plazos cortos, medios y largos permitiría también contar con una curva de rendimiento de referencia (benchmark) para que el sector privado emita en esa moneda y, así, desdolarizar su deuda.
No obstante, el típico riesgo en este caso es que los documentos con estrategias de largo plazo queden en los cajones de un escritorio. Por ello las tácticas fueron tres (alguna debería funcionar). Primero, dejar plasmado en una resolución ministerial (miren la RM N° 106-2003-EF/75) la estrategia completa. En segundo lugar, convencer de la idea e incorporar en el proyecto a los trabajadores de línea del ministerio (ellos se quedarían). Finalmente se incluyó al sector privado (creadores de mercado) en los procesos de tal forma que ellos continúen el proyecto o lo exijan en caso de que se intente retroceder. Así el tema podía avanzar en automático, independientemente del grupo original.
Los resultados se pueden ver en la tabla 1. Entre el 2003 y el 2014 se mejoró la nota crediticia del país pasando gradualmente desde BB- (grado especulativo o bono basura) a BBB+, el grado de inversión más alto de la región después de Chile. También se mejoró la percepción de riesgo del mercado respecto al Perú, reflejado en una caída del riesgo país o prima por riesgo que pasó de 570 a 182 pbs. Se logró desdolarizar la deuda pública mediante la sustitución de deuda externa por interna. Así, la deuda pública interna pasó de 21% a 56% del total, para lo que fue necesario aumentar los bonos soberanos (en soles) desde S/.1,883 millones a S/.43,750 millones, algo que dio liquidez a este mercado reduciendo su costo. Asimismo la duración de la deuda soberana (en soles nominales) pasó de dos años a cuarenta años. Metas cumplidas. ¡Sí se pudo!
¿Y el sector privado?
El sector privado, por el contrario, se dejó embelesar por las bajas tasas en dólares y la apreciación cambiaria que trajo consigo la expansión monetaria sin precedente de los países desarrollados. La deuda externa privada se duplicó entre el 2010 y el 2014, y pasó de 8% a 16%. Así, en el 2013, el inicio de la devaluación del sol golpeó las utilidades de las empresas endeudadas en dólares. Ante esto algunas compañías salieron a emitir en soles para prepagar sus bonos en dólares, una estrategia de pasivos altamente recomendada en este momento.
Nuevas lecciones
Del contraste entre el endeudamiento público y privado de los últimos años, destaco tres conclusiones. Primero, el sector privado no debe olvidar desarrollar una estrategia de manejo tanto de activos como de pasivos, en que las técnicas de optimización deben ser las aliadas. Si no es la línea de negocios de la empresa, un asesor en estos temas es costo eficiente. Una mala decisión financiera puede ser muy dolorosa en términos de impacto sobre utilidades. En segundo lugar, la evidencia mostrada prueba que el sector público sí puede actuar estratégicamente a largo plazo con excelentes resultados, si se ponen todos los candados necesarios para que el proyecto continúe. Estas buenas estrategias pueden permitir que, paradójicamente, el sector público dé lecciones de finanzas al sector privado. En tercer lugar, en este contexto internacional difícil y con nuestros principales metales de exportación en mínimos, es importante traer al debate las estrategias de largo plazo que se están elaborando de manera técnica y seria para enfrentar esta situación: (i) diversificación productiva, (ii) mejora de la educación e (iii) independización y profesionalización de las políticas de lucha contra la pobreza y la desigualdad.
Finalmente, quisiera felicitar al equipo de la Dirección de Endeudamiento y Tesoro Público del MEF, que desde el 2013 ha vuelto a poner en blanco y negro nuevas y profesionales estrategias de gestión de activos y pasivos; muy buen trabajo!
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