Las relaciones internacionales de Venezuela están signadas por la tensión. El gobierno de Hugo Chávez se ha caracterizado no precisamente por ser diplomático en asuntos que requieren de un tacto y tratamiento delicado. Perú se sumó a la lista de naciones con las que el gobierno venezolano ha tenido roces por el caso de Vladimiro Montesinos, el asesor de inteligencia del presidente Alberto Fujimori, que luego de ser descubierto se convirtió en prófugo de la justicia. En su huía, pasó por Venezuela donde se habría hecho una cirugía plástica, encubierto aparentemente por el propio gobierno Preguntarse por qué suceden cosas fantásticas relacionadas con la política exterior de Venezuela, puede llegar a convertirse en un asunto reiterativo. Hay muchas incógnitas para el ciudadano de a pie, escondidas debajo de una red de información aparentemente inaccesible. En el caso de la estadía en el país de Vladimiro Montesinos, el execrado asesor de inteligencia del hoy expresidente peruano, Alberto Fujimori, hay material como para una telenovela política, aunque sin saber cuánto hay de cierto y cuánto de falso.
Los venezolanos se despertaron un día con la historia de un oscuro asesor, jefe de la policía política peruana, denunciado como violador de los derechos humanos y comprador de armas, que habría pasado por Caracas y se habría hecho una cirugía plástica en el Instituto Diagnóstico de San Bernardino. Hubo una gran movilización de la DISIP (la policía política), de la Dirección de Inteligencia Militar (DIM), del Ministerio de Relaciones Exteriores (MRE), preguntas desde Perú, nada menos que del canciller Javier Pérez de Cuéllar y burlas del canciller venezolano. Media América Latina sostiene que por Venezuela pasó un fugitivo internacional, mientras que el canciller José Vicente Rangel, insiste en que se trata sólo del viejo cuento del gallo pelón.
¿Por qué habría ese empeño de la prensa internacional y de cancillerías extranjeras en armar una conspiración contra Venezuela, vinculando al gobierno del presidente Hugo Chávez y a su cancillería en tratos con un indeseable?. Conste que no se habla solamente de la prensa colombiana, famosa en círculos gubernamentales por tener ideas y prácticas afines a la de la oligarquía local y del Washington Post, sospechoso como toda la prensa norteamericana de conspiración, sino de la prensa costarricense, su ministro del Interior y de la prensa peruana, que ha pasado semanas hablando de la conexión y los amigos venezolanos de Fujimori y de Montesinos.
La historia comienza, de acuerdo a la agencia de prensa imediaperu.com, con Eloy Villacrez Riquelme, un capitán retirado del ejército peruano, experto en operaciones de comando, militante de izquierda y seguidor del general Juan Velasco Alvarado, quién derrocó al presidente Fernando Belaúnde en 1968. Villacrez participó en un golpe de Estado en 1976, con un grupo pequeño de capitanes para tumbar al sucesor de Velasco, el general Francisco Morales Bermúdez, pero la conspiración fracasó.
Entonces fue expulsado y vino a dar a Venezuela, donde se asiló, trabajó en la CAF y conoció a Chávez. Con él, participó en el golpe del 4-F y cuando fracasó, regresó a su país, donde entabló contacto con Vladimiro Montesinos.
Villacrez estaba en Perú cuando el grupo de militares encabezado por Hernán Grüber Odremán se alzó en Caracas el 27 de noviembre de 1992 y un puñado de ellos, liderado por el general Francisco Visconti, decidió irse por vía aérea a Iquitos, donde los acogió el gobierno fujimorista. Según la investigación de la agencia, Villacrez fue el puente con Montesinos para relacionarlos con el régimen, que les brindó asilo y hospedó a unos cuantos en el Club Militar de la Fuerza Aérea Peruana, en las afueras de Lima. La última vez que vieron a Villacrez, formaba parte del Grupo de Avanzada que coordinó la visita de Hugo Chávez a esa capital como parte de la Cumbre Andina de Presidentes que realizó en mayo pasado.
¿Complicidad?
La historia de las relaciones de los dos gobiernos siguió siendo armoniosa. A Venezuela enviaron a embajadores que habían tenido mucha influencia en el gobierno de Fujimori, como el ex ministro de la Defensa, Tomás Castillo Meza, y el ex jefe de los Servicios de Inteligencia, el famoso SIN, el general del ejército, Julio Salazar Monroe, a quién las organizaciones de derechos humanos de Venezuela protestaron hasta la saciedad sin ningún resultado hasta que estalló el escándalo de Montesinos, cuando decidió marcharse.
Ya se tambaleaba Fujimori en octubre del año pasado, cuando en Venezuela, José Vicente Rangel declaró que el presidente peruano obtuvo -el 2 de octubre- una visa de cortesía venezolana. Todo el mundo se extrañó de la situación, ya que los presidentes cuentan con una visa diplomática. Para salir al paso a los rumores de que Fujimori solicitaría asilo en Venezuela, el canciller explicó que "hasta el momento, Caracas no tiene argumentos para creer que el gobernante peruano esté realizando gestiones para formalizar una solicitud de asilo". Por su parte, Fujimori, en declaraciones dadas al diario peruano El Comercio y publicadas el 11 de octubre, dijo: "Hugo Chávez es mi amigo personal y en algún momento pienso visitarlo en una cita privada un fin de semana".
Cae Montesinos, quien había sido denunciado por organizaciones de derechos humanos, por la triangulación de venta de armas a la guerrilla colombiana de las FARC y por soborno. Entrega su renuncia el 14 de septiembre, el mismo día en que televisoras de todo el mundo difundieron un video en que Montesinos entregaba dinero al congresista Alberto Kouri, para que renunciara a su partido y se pasara a la alianza gubernamental Perú 2000. El 25 de septiembre el gobierno formaliza su destitución.
Ante la búsqueda infructuosa del ex asesor, a quién a esas alturas Fujimori aparenta esforzarse en perseguir, se empieza a sospechar que es él quién va a pedir asilo al gobierno venezolano. El 24 de octubre el canciller Rangel descarta públicamente
el asunto, pero asegura que si se hiciera la petición, el gobierno venezolano la estudiaría. Seis días más tarde, la requisitoria internacional lo hace cambiar de opinión: ahora dice que no le dará asilo, en caso de que lo solicite "porque está relacionado en casos de violación de los derechos humanos". En realidad Montesinos enfrentaba en ese momento más de diez cargos, entre ellos corrupción, lavado de dinero, tráfico de armas, enriquecimiento ilícito, soborno y asesinato.
La declaración de Rangel se hizo precisamente la semana que el ex asesor escapó de Perú, saliendo por el puerto de El Callao para llegar a las islas Galápagos, en Ecuador y donde se encontró con una periodista peruana llamada Aurora Mejía Guzmán.
Otra vez Venezuela
Montesinos con Mejía Guzmán llega a Costa Rica, a Isla del Coco, de ahí va a Puntarenas el 21 de noviembre y al día siguiente se escapa. Cuando se marchan (descubierto el periplo por la prensa peruana) el ministro costarricense de Seguridad Pública, Rogelio Ramos, declara en San José, que la aeronave matrícula YV-427CP38 y su tripulación eran venezolanas y que el ex asesor presidencial peruano, Vladimiro Montesinos, estuvo en territorio costarricense con un nombre falso, con un pasaporte venezolano bajo el nombre de Manuel Antonio Rodríguez Pérez. Según dice el diario La Nación, el ministro confirmó que Montesinos y la mujer peruana que lo acompañaba desde Galápagos, Aurora Mejía Guzmán, tenían pasaportes venezolanos. Ella se hacía llamar Carmen Yolanda Pérez. Agentes de la Interpol de Costa Rica confirmaron al diario limeño Correo, que ella había partido para Venezuela.
Por supuesto, el canciller venezolano lo negó inmediatamente. Dijo que Carmen Yolanda Pérez no ingresó al país, que no se ha confirmado que Montesinos tuviera un pasaporte venezolano obtenido de manera ilícita y que estaban rastreando los aeropuertos privados para confirmar la versión del ministro costarricense. En realidad, según los diarios El Comercio, La República, Correo y El Tiempo, y luego la prensa venezolana, con primicia de Ultimas Noticias, los dos llegaron a Caracas el 7 de diciembre, estuvieron hasta el 13 en el hotel Avila y lo abandonaron luego que se dieron cuenta que los habían precisado.
Montesinos fue delatado por tres militares montesinistas, quiénes le aseguraron a la legisladora Anel Townsed, y en una declaración ante una fiscal, que Montesinos quería entrar a Venezuela y para ello "mantenía comunicación telefónica con un amigo venezolano".
Ese día, por un lado Aurora Mejía se fue a entregar en el consulado peruano y por la otra, Montesinos ingresó en el Instituto Diagnóstico. Ella obtuvo un salvoconducto, después de hacer un trato con la representación diplomática y la Dincote, Dirección Nacional contra el Terrorismo. Su salvoconducto, tiene el número 847 y está firmado por Alberto Fernández-Prada, cónsul general adscrito del Perú en Caracas. Ella fue detenida a su llegada e inmediatamente rindió declaraciones. El mismo ministro costarricense Rogelio Ramos, contó a La Nación, que las autoridades venezolanas le confirmaron la entrega de Mejía, la declaración en la representación peruana de su viaje desde el Perú y su paso por Costa Rica con el nombre falso de Carmen Yolanda Pérez.
Inmediatamente llegaron ocho policías peruanos a Caracas, a detener a Montesinos, en un vuelo sin escalas de la compañía de aviación TACA. Pero la combinación con la policía venezolana fue fatal, la búsqueda resultó infructuosa. Luego de ser acusados en su país de dejar escapar al prófugo porque tenían vínculos con él, contaron a los periódicos que los venezolanos los dejaron esperando, los despistaron y por último casi los ponen presos cuando fueron a la DISIP a reclamar. Acto seguido
los devolvieron a su país.
El amigo Corpancho
En Lima, siguen las sospechas. El columnista y escritor Mirko Lauer, en su columna "Observador" del diario La República, dice después de las noticias sobre la operación de Montesinos que así “se perfora la cortina de desmentidos tendida por el gobierno de Venezuela. La actitud indolente del canciller José Vicente Rangel cada día se parece mas a la actitud de 'no veo, no oigo, no digo' del gobierno de Ecuador. Hay una cadena de indicios, sostiene, que apuntan hacia Venezuela: la transferencia de tecnología de inteligencia desde Lima, las afinidades ideológicas con Hugo Chávez, la visa venezolana en manos de Fujimori, el nombramiento de un ex jefe del SIN como embajador. Era previsible que Montesinos llegara allí tarde o temprano”.
Por su parte, al Washington Post se le ocurrió entrevistar al famoso periodista Gustavo Gorriti en Lima. Gorriti lanza nada menos que Montesinos “está buscando un estatus más seguro que el asilo político. Puede ser una vida protegida debajo de otra identidad como la posibilidad de asumir el rol, por decir, de asesor del presidente Chávez”.
El Washington Post preguntó: ¿Montesinos como asesor del presidente Chávez? Debe ser una broma, a lo que Gorriti contestó: "Alguna gente pensó lo mismo cuando circularon los rumores de que sería el asesor de Fujimori en 1990. No estoy diciendo que sea el asesor de Chávez ahora, pero Chávez se ajusta perfectamente al perfil de la persona a la que Montesinos le gustaría asesorar, y encontrará la manera, si se presenta la oportunidad, de hacerse indispensable”.
Otros, suman detalles. El pasaporte venezolano a nombre de Manuel Rodríguez Pérez, es verdadero, según dicen fuentes de Interpol al diario peruano Correo, mientras El Tiempo de Bogotá asegura que las pruebas de que Montesinos fue atendido en Caracas, son un pasaporte Nº 16674026 emitido el 12 de marzo de 1999 y una visa de negocios número 6852, emitida el primero de septiembre de 2000 por la embajada venezolana en Lima.
Pero hay otros nexos que lo vinculan a los delitos que se le imputan. Una de las mayores acusaciones contra el ex asesor es la de los beneficios que obtuvo por la venta de armas. Con el argumento del reequipamiento bélico por la guerra con el Ecuador, se gastaron en Perú $1.087 millones. Entre los empresarios que se beneficiaron del asunto, se repiten cuatro nombres, entre ellos el de Claus Corpancho, quién según la unidad de investigación de La República, tiene varias inversiones en Venezuela y en Aruba y se cree que es uno de los amigos del asesor, con quién se comunicaba constantemente en su fuga.
Una de sus empresas, Wotan International Sociedad Anónima, siguió siendo después de esa guerra, una importante proveedora de armamento hasta el 2000, cuando fue intermediaria en la venta de aviones Zlin al gobierno peruano y en la de 15.000 chalecos antibalas a la Policía Nacional. No habría obtenido esos contratos a no ser por sus buenas relaciones con Montesinos, por cuanto Corpancho tenía antecedentes oscuros, ya que había acusado de fraude con unas municiones checas y denunciado hasta la saciedad en su país. Hasta hoy, se cree que después de salir de Venezuela, Montesinos abordó una aeronave con matrícula de Aruba, y se encaminó a esa isla donde Corpancho posee algunas propiedades.
A enseñar inteligencia en Rusia y en Caracas En Nueva York, entrevistaron a una testaferro de Montesinos, Matilde Pinchi, quién llegó a viajar varias veces con él.
Después que el ex asesor diera una conferencia en agosto del 2000, denunciando un supuesto tráfico de armas de Jordania a las guerrillas colombianas, viajó a Rusia, donde se reunió con gente del gobierno y de seguridad y les mostró un video que mostraba sus negociaciones con Abimael Guzmán y Sendero Luminoso. El hombre planeaba una limpieza de imagen. Luego de su viaje a Rusia, quería ir a Venezuela, de donde también había recibido una invitación oficial para que expusiera sobre temas de seguridad y narcotráfico.
No pudo hacerlo, por lo menos oficialmente. El escándalo jordano le estalló en la cara. El gobierno de ese país pudo comprobar que los fusiles que había vendido habían sido adquiridos por militares peruanos, que fueron quiénes los hicieron llegar a las FARC. Después de verse descubierto, el gobierno fujimorista trató de explicar, vanamente, que la operación para enviar 5.000 fusiles AK primero y 10.000 después a las Fuerzas Armadas de Revolución de Colombia (FARC), había sido una operación de inteligencia, que no se comunicó al gobierno colombiano “para evitar filtraciones”. No le hizo ninguna gracia al gobierno de los Estados Unidos, que después de tanto luchar contra la guerrilla peruana, su protegido Montesinos terminara armando otra guerrilla, la colombiana, precisamente en momentos en que era necesario estrangularla.
La escalada armamentista en América Latina es una realidad. La guerra entre las Autodefensas y las FARC, entre el ejército colombiano y los distintos ejércitos guerrilleros y ahora el desequilibrio creado por el Plan Colombia que afecta a diversos Estados, ha hecho que aumenten los gastos militares de Colombia, Perú y Venezuela. La organización Council for a Livable World señala por ejemplo, que mientras el gasto militar venezolano fue de $23 millones en 1998, al año siguiente fue de 142 millones. Luke Warren, analista de la publicación Arms Trade New, de esa organización, comentó que no se había visto una carrera armamentista de grandes dimensiones en América Latina desde el conflicto bélico del Alto Cenepa, que enfrentó a Ecuador y Perú. En ese escenario, evidentemente, Vladimiro Montesinos se mueve con toda facilidad, oculto como un calamar en su propia tinta tejida de cirugías, múltiples negativas gubernamentales en todo el continente y extrañas y reiterativas coincidencias, que lo acercan a Venezuela.-
Lucy Gómez
La autora es editora-jefe de la corresponsalía del diario Notitarde en Caracas. E-mail: politika@cantv.net
Los venezolanos se despertaron un día con la historia de un oscuro asesor, jefe de la policía política peruana, denunciado como violador de los derechos humanos y comprador de armas, que habría pasado por Caracas y se habría hecho una cirugía plástica en el Instituto Diagnóstico de San Bernardino. Hubo una gran movilización de la DISIP (la policía política), de la Dirección de Inteligencia Militar (DIM), del Ministerio de Relaciones Exteriores (MRE), preguntas desde Perú, nada menos que del canciller Javier Pérez de Cuéllar y burlas del canciller venezolano. Media América Latina sostiene que por Venezuela pasó un fugitivo internacional, mientras que el canciller José Vicente Rangel, insiste en que se trata sólo del viejo cuento del gallo pelón.
¿Por qué habría ese empeño de la prensa internacional y de cancillerías extranjeras en armar una conspiración contra Venezuela, vinculando al gobierno del presidente Hugo Chávez y a su cancillería en tratos con un indeseable?. Conste que no se habla solamente de la prensa colombiana, famosa en círculos gubernamentales por tener ideas y prácticas afines a la de la oligarquía local y del Washington Post, sospechoso como toda la prensa norteamericana de conspiración, sino de la prensa costarricense, su ministro del Interior y de la prensa peruana, que ha pasado semanas hablando de la conexión y los amigos venezolanos de Fujimori y de Montesinos.
La historia comienza, de acuerdo a la agencia de prensa imediaperu.com, con Eloy Villacrez Riquelme, un capitán retirado del ejército peruano, experto en operaciones de comando, militante de izquierda y seguidor del general Juan Velasco Alvarado, quién derrocó al presidente Fernando Belaúnde en 1968. Villacrez participó en un golpe de Estado en 1976, con un grupo pequeño de capitanes para tumbar al sucesor de Velasco, el general Francisco Morales Bermúdez, pero la conspiración fracasó.
Entonces fue expulsado y vino a dar a Venezuela, donde se asiló, trabajó en la CAF y conoció a Chávez. Con él, participó en el golpe del 4-F y cuando fracasó, regresó a su país, donde entabló contacto con Vladimiro Montesinos.
Villacrez estaba en Perú cuando el grupo de militares encabezado por Hernán Grüber Odremán se alzó en Caracas el 27 de noviembre de 1992 y un puñado de ellos, liderado por el general Francisco Visconti, decidió irse por vía aérea a Iquitos, donde los acogió el gobierno fujimorista. Según la investigación de la agencia, Villacrez fue el puente con Montesinos para relacionarlos con el régimen, que les brindó asilo y hospedó a unos cuantos en el Club Militar de la Fuerza Aérea Peruana, en las afueras de Lima. La última vez que vieron a Villacrez, formaba parte del Grupo de Avanzada que coordinó la visita de Hugo Chávez a esa capital como parte de la Cumbre Andina de Presidentes que realizó en mayo pasado.
¿Complicidad?
La historia de las relaciones de los dos gobiernos siguió siendo armoniosa. A Venezuela enviaron a embajadores que habían tenido mucha influencia en el gobierno de Fujimori, como el ex ministro de la Defensa, Tomás Castillo Meza, y el ex jefe de los Servicios de Inteligencia, el famoso SIN, el general del ejército, Julio Salazar Monroe, a quién las organizaciones de derechos humanos de Venezuela protestaron hasta la saciedad sin ningún resultado hasta que estalló el escándalo de Montesinos, cuando decidió marcharse.
Ya se tambaleaba Fujimori en octubre del año pasado, cuando en Venezuela, José Vicente Rangel declaró que el presidente peruano obtuvo -el 2 de octubre- una visa de cortesía venezolana. Todo el mundo se extrañó de la situación, ya que los presidentes cuentan con una visa diplomática. Para salir al paso a los rumores de que Fujimori solicitaría asilo en Venezuela, el canciller explicó que "hasta el momento, Caracas no tiene argumentos para creer que el gobernante peruano esté realizando gestiones para formalizar una solicitud de asilo". Por su parte, Fujimori, en declaraciones dadas al diario peruano El Comercio y publicadas el 11 de octubre, dijo: "Hugo Chávez es mi amigo personal y en algún momento pienso visitarlo en una cita privada un fin de semana".
Cae Montesinos, quien había sido denunciado por organizaciones de derechos humanos, por la triangulación de venta de armas a la guerrilla colombiana de las FARC y por soborno. Entrega su renuncia el 14 de septiembre, el mismo día en que televisoras de todo el mundo difundieron un video en que Montesinos entregaba dinero al congresista Alberto Kouri, para que renunciara a su partido y se pasara a la alianza gubernamental Perú 2000. El 25 de septiembre el gobierno formaliza su destitución.
Ante la búsqueda infructuosa del ex asesor, a quién a esas alturas Fujimori aparenta esforzarse en perseguir, se empieza a sospechar que es él quién va a pedir asilo al gobierno venezolano. El 24 de octubre el canciller Rangel descarta públicamente
el asunto, pero asegura que si se hiciera la petición, el gobierno venezolano la estudiaría. Seis días más tarde, la requisitoria internacional lo hace cambiar de opinión: ahora dice que no le dará asilo, en caso de que lo solicite "porque está relacionado en casos de violación de los derechos humanos". En realidad Montesinos enfrentaba en ese momento más de diez cargos, entre ellos corrupción, lavado de dinero, tráfico de armas, enriquecimiento ilícito, soborno y asesinato.
La declaración de Rangel se hizo precisamente la semana que el ex asesor escapó de Perú, saliendo por el puerto de El Callao para llegar a las islas Galápagos, en Ecuador y donde se encontró con una periodista peruana llamada Aurora Mejía Guzmán.
Otra vez Venezuela
Montesinos con Mejía Guzmán llega a Costa Rica, a Isla del Coco, de ahí va a Puntarenas el 21 de noviembre y al día siguiente se escapa. Cuando se marchan (descubierto el periplo por la prensa peruana) el ministro costarricense de Seguridad Pública, Rogelio Ramos, declara en San José, que la aeronave matrícula YV-427CP38 y su tripulación eran venezolanas y que el ex asesor presidencial peruano, Vladimiro Montesinos, estuvo en territorio costarricense con un nombre falso, con un pasaporte venezolano bajo el nombre de Manuel Antonio Rodríguez Pérez. Según dice el diario La Nación, el ministro confirmó que Montesinos y la mujer peruana que lo acompañaba desde Galápagos, Aurora Mejía Guzmán, tenían pasaportes venezolanos. Ella se hacía llamar Carmen Yolanda Pérez. Agentes de la Interpol de Costa Rica confirmaron al diario limeño Correo, que ella había partido para Venezuela.
Por supuesto, el canciller venezolano lo negó inmediatamente. Dijo que Carmen Yolanda Pérez no ingresó al país, que no se ha confirmado que Montesinos tuviera un pasaporte venezolano obtenido de manera ilícita y que estaban rastreando los aeropuertos privados para confirmar la versión del ministro costarricense. En realidad, según los diarios El Comercio, La República, Correo y El Tiempo, y luego la prensa venezolana, con primicia de Ultimas Noticias, los dos llegaron a Caracas el 7 de diciembre, estuvieron hasta el 13 en el hotel Avila y lo abandonaron luego que se dieron cuenta que los habían precisado.
Montesinos fue delatado por tres militares montesinistas, quiénes le aseguraron a la legisladora Anel Townsed, y en una declaración ante una fiscal, que Montesinos quería entrar a Venezuela y para ello "mantenía comunicación telefónica con un amigo venezolano".
Ese día, por un lado Aurora Mejía se fue a entregar en el consulado peruano y por la otra, Montesinos ingresó en el Instituto Diagnóstico. Ella obtuvo un salvoconducto, después de hacer un trato con la representación diplomática y la Dincote, Dirección Nacional contra el Terrorismo. Su salvoconducto, tiene el número 847 y está firmado por Alberto Fernández-Prada, cónsul general adscrito del Perú en Caracas. Ella fue detenida a su llegada e inmediatamente rindió declaraciones. El mismo ministro costarricense Rogelio Ramos, contó a La Nación, que las autoridades venezolanas le confirmaron la entrega de Mejía, la declaración en la representación peruana de su viaje desde el Perú y su paso por Costa Rica con el nombre falso de Carmen Yolanda Pérez.
Inmediatamente llegaron ocho policías peruanos a Caracas, a detener a Montesinos, en un vuelo sin escalas de la compañía de aviación TACA. Pero la combinación con la policía venezolana fue fatal, la búsqueda resultó infructuosa. Luego de ser acusados en su país de dejar escapar al prófugo porque tenían vínculos con él, contaron a los periódicos que los venezolanos los dejaron esperando, los despistaron y por último casi los ponen presos cuando fueron a la DISIP a reclamar. Acto seguido
los devolvieron a su país.
El amigo Corpancho
En Lima, siguen las sospechas. El columnista y escritor Mirko Lauer, en su columna "Observador" del diario La República, dice después de las noticias sobre la operación de Montesinos que así “se perfora la cortina de desmentidos tendida por el gobierno de Venezuela. La actitud indolente del canciller José Vicente Rangel cada día se parece mas a la actitud de 'no veo, no oigo, no digo' del gobierno de Ecuador. Hay una cadena de indicios, sostiene, que apuntan hacia Venezuela: la transferencia de tecnología de inteligencia desde Lima, las afinidades ideológicas con Hugo Chávez, la visa venezolana en manos de Fujimori, el nombramiento de un ex jefe del SIN como embajador. Era previsible que Montesinos llegara allí tarde o temprano”.
Por su parte, al Washington Post se le ocurrió entrevistar al famoso periodista Gustavo Gorriti en Lima. Gorriti lanza nada menos que Montesinos “está buscando un estatus más seguro que el asilo político. Puede ser una vida protegida debajo de otra identidad como la posibilidad de asumir el rol, por decir, de asesor del presidente Chávez”.
El Washington Post preguntó: ¿Montesinos como asesor del presidente Chávez? Debe ser una broma, a lo que Gorriti contestó: "Alguna gente pensó lo mismo cuando circularon los rumores de que sería el asesor de Fujimori en 1990. No estoy diciendo que sea el asesor de Chávez ahora, pero Chávez se ajusta perfectamente al perfil de la persona a la que Montesinos le gustaría asesorar, y encontrará la manera, si se presenta la oportunidad, de hacerse indispensable”.
Otros, suman detalles. El pasaporte venezolano a nombre de Manuel Rodríguez Pérez, es verdadero, según dicen fuentes de Interpol al diario peruano Correo, mientras El Tiempo de Bogotá asegura que las pruebas de que Montesinos fue atendido en Caracas, son un pasaporte Nº 16674026 emitido el 12 de marzo de 1999 y una visa de negocios número 6852, emitida el primero de septiembre de 2000 por la embajada venezolana en Lima.
Pero hay otros nexos que lo vinculan a los delitos que se le imputan. Una de las mayores acusaciones contra el ex asesor es la de los beneficios que obtuvo por la venta de armas. Con el argumento del reequipamiento bélico por la guerra con el Ecuador, se gastaron en Perú $1.087 millones. Entre los empresarios que se beneficiaron del asunto, se repiten cuatro nombres, entre ellos el de Claus Corpancho, quién según la unidad de investigación de La República, tiene varias inversiones en Venezuela y en Aruba y se cree que es uno de los amigos del asesor, con quién se comunicaba constantemente en su fuga.
Una de sus empresas, Wotan International Sociedad Anónima, siguió siendo después de esa guerra, una importante proveedora de armamento hasta el 2000, cuando fue intermediaria en la venta de aviones Zlin al gobierno peruano y en la de 15.000 chalecos antibalas a la Policía Nacional. No habría obtenido esos contratos a no ser por sus buenas relaciones con Montesinos, por cuanto Corpancho tenía antecedentes oscuros, ya que había acusado de fraude con unas municiones checas y denunciado hasta la saciedad en su país. Hasta hoy, se cree que después de salir de Venezuela, Montesinos abordó una aeronave con matrícula de Aruba, y se encaminó a esa isla donde Corpancho posee algunas propiedades.
A enseñar inteligencia en Rusia y en Caracas En Nueva York, entrevistaron a una testaferro de Montesinos, Matilde Pinchi, quién llegó a viajar varias veces con él.
Después que el ex asesor diera una conferencia en agosto del 2000, denunciando un supuesto tráfico de armas de Jordania a las guerrillas colombianas, viajó a Rusia, donde se reunió con gente del gobierno y de seguridad y les mostró un video que mostraba sus negociaciones con Abimael Guzmán y Sendero Luminoso. El hombre planeaba una limpieza de imagen. Luego de su viaje a Rusia, quería ir a Venezuela, de donde también había recibido una invitación oficial para que expusiera sobre temas de seguridad y narcotráfico.
No pudo hacerlo, por lo menos oficialmente. El escándalo jordano le estalló en la cara. El gobierno de ese país pudo comprobar que los fusiles que había vendido habían sido adquiridos por militares peruanos, que fueron quiénes los hicieron llegar a las FARC. Después de verse descubierto, el gobierno fujimorista trató de explicar, vanamente, que la operación para enviar 5.000 fusiles AK primero y 10.000 después a las Fuerzas Armadas de Revolución de Colombia (FARC), había sido una operación de inteligencia, que no se comunicó al gobierno colombiano “para evitar filtraciones”. No le hizo ninguna gracia al gobierno de los Estados Unidos, que después de tanto luchar contra la guerrilla peruana, su protegido Montesinos terminara armando otra guerrilla, la colombiana, precisamente en momentos en que era necesario estrangularla.
La escalada armamentista en América Latina es una realidad. La guerra entre las Autodefensas y las FARC, entre el ejército colombiano y los distintos ejércitos guerrilleros y ahora el desequilibrio creado por el Plan Colombia que afecta a diversos Estados, ha hecho que aumenten los gastos militares de Colombia, Perú y Venezuela. La organización Council for a Livable World señala por ejemplo, que mientras el gasto militar venezolano fue de $23 millones en 1998, al año siguiente fue de 142 millones. Luke Warren, analista de la publicación Arms Trade New, de esa organización, comentó que no se había visto una carrera armamentista de grandes dimensiones en América Latina desde el conflicto bélico del Alto Cenepa, que enfrentó a Ecuador y Perú. En ese escenario, evidentemente, Vladimiro Montesinos se mueve con toda facilidad, oculto como un calamar en su propia tinta tejida de cirugías, múltiples negativas gubernamentales en todo el continente y extrañas y reiterativas coincidencias, que lo acercan a Venezuela.-
Lucy Gómez
La autora es editora-jefe de la corresponsalía del diario Notitarde en Caracas. E-mail: politika@cantv.net
QUE MILITAR PERUANO FUE CUÑADO DE VLADIMIRO MONTESINOS
ResponderEliminarQUE MILITAR PERUANO FUE CUÑADO DE VLADIMIRO MONTESINOS
ResponderEliminar