Brasil registró una contracción récord en el tercer trimestre del 2015. El aumento del desempleo y de la inflación debilitaron la demanda de los consumidores, confirmando los temores de que la mayor economía de Latinoamérica se dirige a su peor recesión desde los años ‘30, o a lo que Goldman Sachs califica ya como “una depresión”.
El Producto Interno Bruto de Brasil se contrajo 1,7% en los tres meses a septiembre, tras una caída revisada de 2,1% el trimestre anterior, informó el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE). Eso superó las estimaciones de los economistas encuestados por Bloomberg, que esperaban un descenso de 1,2%.
Frente al mismo período del año anterior, la economía se contrajo 4,5%, “la mayor caída desde el inicio de la serie histórica de datos en 1996”, dijo el IBGE.
Tras varios trimestres de contracción, la economía es hoy un 5% más pequeña que a comienzos de 2014, apuntó Capital Economics.
La incertidumbre económica y no económica “que ha persistido por varios meses” sigue golpeando a la economía brasileña, aseguró el Ministerio de Hacienda en un comunicado.
La caída de los precios de los commodities, la contracción fiscal y el desvanecimiento del boom del crédito de consumo le pasaron la cuenta a la economía. A eso se suma que la investigación por el caso de corrupción más grande de la historia de Brasil ha causado una parálisis política en Brasilia, retrasando los esfuerzos de la presidenta Dilma Rousseff por aprobar medidas para fortalecer las cuentas fiscales y revivir la confianza.
La semana pasada la Policía Federal arrestó al CEO y controlador de BTG Pactual, el mayor banco de inversiones de la región, y al senador Delcídio Amaral, jefe de bancada del oficialismo en el Senado y quien ejercía como articulador político del gobierno para conseguir apoyo del Congreso para aprobar las medidas de ajuste fiscal.
Su arresto y el aumento del déficit obligó al gobierno a implementar un cierre parcial el lunes, congelando el gasto discrecional. El banco central, por su parte, ha elevado la tasa de interés de referencia en 14,25%, su mayor nivel desde 2006, causando efectos adversos en la demanda y el desempleo, pero sin poder contener la inflación.
El desempleo subió a 8,9% en septiembre, frente a un 6,6% en octubre del año pasado, la inflación superó la barrera del 10% por primera vez desde 2002 y el déficit fiscal escaló a 9,5% del PIB.
Una de las señales más preocupantes del informe del PIB fue la caída del consumo. “Lo que comenzó como una recesión impulsada por las necesidades de ajuste de una economía que acumuló grandes desequilibrios macroeconómicos está ahora mutando a una depresión económica total, dada la brusca contracción de la demanda doméstica”, escribió Alberto Ramos, economista jefe para América Latina de Goldman Sachs, en un informe.
El gasto de las familias bajó 1,5% frente a los tres meses anteriores, cuando registró una caída revisada de 2,4%. La inversión fija bajó 4% por noveno trimestre consecutivo, mientras que las manufacturas se contrajeron 3,1%.
“Es un golpe sustantivo que proviene no sólo de la inversión, que ha caído nueve trimestres consecutivos, sino que este año el gran cambio es el descenso sustancial en el consumo”, dijo Carlos Kawall, economista jefe de Banco Safra y ex secretario del Tesoro, a Bloomberg. “No habíamos visto esa serie de malos números para el consumo”.
Tras la divulgación del informe, varios analistas corrigieron sus estimaciones para este año y el próximo. “Parece probable que el PIB baje algo así como 3,5% este año (en lugar del 2,5% que esperábamos)”, escribió Neil Shearing, economista jefe para mercados emergentes de Capital Economics.
Andre Perfeito, economista jefe de Gradual Investimentos, dijo que el informe evoca a “un obituario” y revisó a la baja su estimación del PIB para 2016 a una contracción de 3%, desde una caída de 2%. “No hay ningún espacio para el crecimiento en los próximos trimestres”, aseguró.
Brasil ha sufrido recortes en su rating por parte de las tres grandes calificadoras de riesgo. Moody’s y Fitch Ratings dejaron a la nación en su escalón más bajo dentro del grado de inversión, mientras que S&P dejó al país como “bono basura”, citando el deterioro de la posición fiscal del país, los desafíos políticos para apuntalar las finanzas del gobierno y la debilidad económica.
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